jueves, 23 de abril de 2020

Paz mental

Encerrada en estas 4 paredes,
sin dejar de pensar,
de sentir.
De pronto siento tu voz,
es como un susurro,
de esos que se te mete en tus adentros.
Cierro los ojos,
y empiezo a recordar el principio de nuestra historia.
Parece que estoy soñando,
pero de pronto siento como me coges de la mano,
me la besas,
y me miras a los ojos
como si el mundo se acabase en ese instante.
Tu sonrisa entrecortada me sonroja,
y me entran mil calores.
En mis ojos puedes ver el miedo,
miedo de volver a sentir,
de volver a sufrir.
Pero sigues mirándome intensamente,
ruborizándome,
dejando un profundo silencio en mi mente.
Y en tu mirada puedo apreciar como me miras,
y solo pido que nunca dejes de hacerlo así.
Poco a poco me enseñas tu mundo de colores,
incluidos los grises,
y me dices que todos tenemos una historia,
pero que eso no debe frenarnos.
Me das tu mano,
enseñándome el amor,
puro,
sin complejos.
Y me besas la frente,
como si nos conociésemos de toda la vida.
Y en mi cabeza no paran de asomarse mis demonios,
me dicen que no me fíe,
que estoy bien así.
Pero algo me dice que no los escuche,
que,
por alguna extraña razón,
puedo dejarme llevar.
Y de pronto,
desaparecen,
todo ese alboroto deja de asomarse,
transformándose en un silencio profundo
mientras me besas el alma,
dándome calma.
Y fue en ese preciso instante
que supe que podía dejar de estar en guardia,
y no te imaginas la paz mental que eso me da.