Te dediqué poemas en la espalda,
trazando en tu torso
las mil maravillas que
me había imaginado.
Te miré a los ojos
pensando en cuán bonitos eran
y más cuando sonreías,
dejando ver esos hoyuelos tan bonitos.
Te cogía de la mano
y apretaba,
por miedo a que fueras a soltarte.
En tus ojos podía ver la libertad,
y no sabes cómo duele
sentir que ya no me miran.
A veces me pregunto
si piensas en mí por las noches,
si te imaginas cómo sería
el volver a vernos.
Y sin quererlo, te entra ese cosquilleo,
de ese que me hablabas
al principio de conocernos.
A veces me pregunto
si todavía queda algo de nosotros,
porque desde que te fuiste
sigo sin saber dónde me encuentro.
Me dijiste que era lo correcto
y en parte lo sé.
Pero no te imaginas cuánto duele
saber que yo habría arriesgado una vez más,
aún sabiendo que me ibas a romper
un poco más.
Y ojalá hubieras podido quedarte,
ojalá nuestra alegría hubiese valido
mucho más que toda esta pena junta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tienes un comentario!