A veces me pregunto el porque de todo esto.
Sigo cuestionándome si de verdad
era lo correcto.
Me da pena pensar que
todo esto
acabó
por miedo,
desconfianza.
Y duele, no te imaginas cuánto duele.
Porque yo no era
la chica de tus demonios.
Y que pena
no haber sido valiente,
de contar,
de mostrar,
de confiar.
Y aún así
quiero decirte,
que nunca me arrepentiré
de todo lo que viví contigo.
Que tus brazos
eran calma.
Y tus ojos
ayudaban mis demonios.
Siempre quise apaciguar los tuyos,
supongo que no fue suficiente.
Y aún así
sé que siempre me quedarán cosas
por decirte.
Como que contigo
siempre me sentí como en casa.
Y eso nadie podrá quitármelo.
Y ahora,
solo me viene a la cabeza,
aquella conversación,
en tu terraza,
mientras con lágrimas te decía
que tenía miedo que están decisión
fuera a romper lo que teníamos.
Y tú, tranquilo, me decías
que no lo veías así.
Que quizá podría darnos más fuerzas
en un futuro, para empezar las cosas bien.
Supongo que al final tenía razón.
Y eso es lo que más me va a doler siempre.
Saber que realmente,
si se quería,
pero no sé pudo.
Y quién sabe,
quizá más adelante,
con otra perspectiva
y menos dolor
en el pecho.
Porque yo, siempre,
te dejaré la puerta abierta
por si algún día
quieres volver.
Te querré siempre.
Sigo cuestionándome si de verdad
era lo correcto.
Me da pena pensar que
todo esto
acabó
por miedo,
desconfianza.
Y duele, no te imaginas cuánto duele.
Porque yo no era
la chica de tus demonios.
Y que pena
no haber sido valiente,
de contar,
de mostrar,
de confiar.
Y aún así
quiero decirte,
que nunca me arrepentiré
de todo lo que viví contigo.
Que tus brazos
eran calma.
Y tus ojos
ayudaban mis demonios.
Siempre quise apaciguar los tuyos,
supongo que no fue suficiente.
Y aún así
sé que siempre me quedarán cosas
por decirte.
Como que contigo
siempre me sentí como en casa.
Y eso nadie podrá quitármelo.
Y ahora,
solo me viene a la cabeza,
aquella conversación,
en tu terraza,
mientras con lágrimas te decía
que tenía miedo que están decisión
fuera a romper lo que teníamos.
Y tú, tranquilo, me decías
que no lo veías así.
Que quizá podría darnos más fuerzas
en un futuro, para empezar las cosas bien.
Supongo que al final tenía razón.
Y eso es lo que más me va a doler siempre.
Saber que realmente,
si se quería,
pero no sé pudo.
Y quién sabe,
quizá más adelante,
con otra perspectiva
y menos dolor
en el pecho.
Porque yo, siempre,
te dejaré la puerta abierta
por si algún día
quieres volver.
Te querré siempre.
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