Recuerdo el calor de tus besos, bajo aquella manta,
mientras las estrellas eran dueñas de nuestros deseos.
Aquella mirada perdida tuya que se posaba sobre mis ojos,
y una sonrisa se dibujaba en tu cara cuando te miraba.
Aquellos brazos que me acurrucaban, me tapaban del frío.
Y de pronto, aquella canción suena. Y los recuerdos me invaden,
y una tormenta cae sobre mis ojos, con rayos y todo. Furia,
furia por haberte dejado ir, por no creer en ti.
Furia por no confiar,
por rendirme.
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