Le dije que se quedara,
sin importar que me fuera a romper un poco más.
Y ahora mírame, completamente rota.
No te culpo,
amor,
el orgullo pudo, contigo, conmigo, y nos destrozó,
o quizá ya estábamos lo suficiente rotos, cómo para arreglarnos.
Intentamos solucionarnos,
pero ésto no tenía solución,
al igual que la estupidez humana.
Y cruzo la oscuridad, a hurtadillas,
por miedo a que el monstruo de debajo de la cama venga, y decida unirme a él,
y perderme aún más en esta oscuridad.
La puerta está cerrada, al igual que mi corazón,
impidiendo el paso a la luz,
al calor...
Y es que el frío,
al menos,
me hace sentir viva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tienes un comentario!